Del Tractatus logico–philosophicus, la semiología y el estructuralismo. El arte de hoy entre los límites del lenguaje
Ana Belén Rendón Reinoso
Universidad de Cuenca (Ecuador)
RESEÑAS: Wittgenstein: Tractatus logico–philosophicus
Con Wittgenstein nos podemos ubicar en el límite de nuestra realidad. No llega más allá de lo que como hombres hemos dominado a través del lenguaje, y quisiera que desmenucemos esta idea desde diferentes enfoques, el filosófico, el artístico y el lingüístico. ¿Qué tan lejos ha conseguido llegar la humanidad en su proceso de dominación de las ideas? Así, dándoles forma a través de diferentes sistemas llenos de códigos y signos que son comprendidos sólo dentro de ciertos linderos.
Nombramos las cosas con la intención de poseerlas, y así creemos conocerlas, descubrirlas, pero bien sabemos que están ahí desde antes que la humanidad les haya otorgado un nombre. Las cosas existen independientemente de que nosotros lo sepamos, diferentes dimensiones que hemos pretendido conquistar a través del lenguaje: atrapar las cosas y darles formas.
No sólo con el lenguaje o a través de una palabra, por medio del arte hemos intentado nombrar las cosas usando diferentes expresiones, pero nunca hemos creado algo nuevo. Solamente hemos llegado a traducciones muchas veces vanas y muchas otras casi incomprensibles, haciéndonos creer que al fin conseguimos la creación de algo novedoso, una nueva cosa por medio de un lenguaje diferente, pero nunca nada original. Todo lo que está a nuestro alcance son solamente las ideas que creemos haber “despejado” del velo de Maya. Es aquí donde vale hablar sobre los hechos atómicos de Wittgenstein, que se nos proponen que no podemos pensar en ningún objeto fuera de su posibilidad de hechos de conexión con otros. Así, también podemos rozar el tema de la creación artística, donde se puede hablar de creaciones originales y un goce de creatividad sin límites, si bien en este punto se recae en la misma tesis que Wittgenstein usa para sostener su propuesta. Usando como ejemplo en el manierismo a Parmigianino, cuando creó a su “Virgen de cuello largo” consiguió esta extraña innovación característica de los artistas de esta corriente: la distorsión de proporciones y el uso de posiciones complejas o imposibles, todo esto pintado a la “maniera” de los maestros Leonardo, Miguel Ángel y Rafael. Muchas veces bordeando la ridiculez, el manierismo es una muestra clara de que todo lo que solemos llamar nuevo es una simple traducción o una diferente presentación de elementos previos. Pamigianino nunca hubiera creado su famosa virgen si en su realidad no hubiera tenido relación alguna con este icono religioso que era parte del arte renacentista, y mucho menos si no hubiera conocido previamente cómo manejar el lenguaje artístico, específicamente la herencia de un maestro como Da Vinci.
En este punto podemos aplicar la filosofía de Wittgenstein al lenguaje artístico, donde toda imagen, icono o índice y sus complejidades son un obstáculo dentro de la comunicación. «La filosofía es una lucha contra el embrujo de nuestro entendimiento por medio de nuestro lenguaje” (Wittgenstein, 2008), y así como este autor planteó y entendió a la filosofía sin uso, y más bien como respuesta a las confusiones y el mal uso del lenguaje, nos arriesgamos a plantear al arte como una ilusión que al darle nuevas formas a las ideas nos hace sentir sus dueños.
El juego de la representación para sentirse Dios y poseer las cosas, como nuestros antepasados, quienes posiblemente plasmaban en cuevas la caza de animales a manera de ritual para alcanzar capturar al animal al dibujarlo: “Lo que es pensable es posible”, señala la tercera tesis de Wittgenstein en el Tractatus.
Nos acostumbramos a creer en el lenguaje como reflejo del mundo, y el fin de este es comunicar y compartir. Así hemos creado un sistema de signos para convivir, convirtiéndolo en una característica del hombre. Dentro de estos sistemas de comunicación lo que prima es el signo.
Los signos son arbitrarios y estas diferencias, en relación con otros signos, otorgan valor. En la siguiente cita podemos relacionar esta característica de los signos dentro del análisis estructural de Saussure:
En primer lugar, considera cualquier manifestación de la cultura como parte de un sistema más extenso. Pero en segundo lugar- y esto es más importante- considera los elementos individuales de la cultura no como elementos de identidad intrínseca sino solo significativos en relación con su lugar en la estructura (Cobley & Jansz, 2004).
Así como se muestra en la película de 1993 “Wittgenstein”, del director inglés Derek Jarman; una conversación entre el joven Wittgenstein y un extraterrestre donde se expone cómo sería una conversación entre éste, que tiene su lenguaje adaptado a su estructura, con un humano que tiene su propio sistema de significación. Cada uno habla con certeza de lo que conoce, pero mantener una conversación clara se ve interrumpida por sus diferencias. O, como sucede más adelante en la película: Wittgenstein durante una clase en Cambridge explica que si un león pudiera hablar no entenderíamos lo que diría.
Estas diferencias entre los signos y su comprensión dentro de distintos sistemas de lenguaje, crean estos límites que propone Wittgenstein y también pueden ser las culpables de este mal manejo del lenguaje. Para hablar de esto podemos seguir usando como referente la semiología de Saussure, donde se juega con las dualidades: significante y significado, arbitrariedad y valor.
Entonces, desde la visión de Wittgenstein, el lenguaje es el límite de nuestro mundo, y la filosofía es el resultado del creernos libres cuando estamos dentro de una jaula. Desde mi visión, el arte es aquello que nos engaña dentro de la jaula, a manera de un lenguaje sutil que nos facilita la estadía dentro de la jaula.
Referencias:
Alvarado, R. (2015). Semiotica I. Cuenca: Objetos Singulares. Universidad de Cuenca
Cobley, P., & Jansz, L. (2004). Semiotica para principiantes. Buenos Aires: Era naciente.
Wittgenstein, L. (2008), Investigaciones Filosóficas, Barcelona: Ed. Crítica.
Wittgenstein, L. (2017) Tractatus logico-philosophicus – Investigaciones filosóficas. Madrid: Ed. Gredos.