LA COMPRENSIÓN TIPOLÓGICA DE LA INSTITUCIÓN  Y SU VINCULACIÓN CON LA FENOMENOLOGÍA  DEL LUGAR EN LA OBRA DE LOUIS KAHN

AIXA ELJURI FEBRES [1]

Universidad Católica de Santiago de Guayaquil (Ecuador)

Resumen:

En el presente trabajo nos proponemos indagar sobre el sentido fenomenológico del habitar en la arquitectura contemporánea, desde la interpretación del teórico de la arquitectura Christian Norberg -Schulz, quien en gran medida fundamenta su interpretación en la filosofía de Martín Heidegger, especialmente en dos textos relacionados con el habitar como un carácter esencial del ser del hombre. Los textos a que nos referimos son: „Bauen Wohnen Denken“, traducción español “Construir, Habitar, Pensar”, y „…Dichterisch wohnet der Mensch… “ (“… Poéticamente habita el hombre… ”), y su vinculación con aspectos fundamentales de la obra de Louis Kahn, donde constatamos una lectura de los principios fundamentales del Movimiento Moderno de la arquitectura, vigentes en las nuevas modernidades.

Palabras clave: ser, habitar, arquitectura, espacio, lugar

Abstract:

In this paper we propose to investigate the phenomenological sense of living in contemporary architecture, from the interpretation of architectural theorist Christian Norberg -Schulz, who largely based their interpretation on the philosophy of Martin Heidegger, especially in two related texts to live as an essential character of man’s being. The texts to which we refer are: „Bauen Wohnen Denken“, and „…Dichterisch wohnet der Mensch… “,  and its link to basics the work of Louis Kahn, where we find a reading of the fundamental principles of the Modern Movement in Architecture, in force in the new currencies.

Keywords: architecture, being, live, space, place.

 * * * * * 

Louis I. Kahn fue el primero en descubrir,

con su concepto de “Institución”

 una posibilidad de comprensión tipológica.

La tipología es aquel aspecto más íntimamente

vinculado a la fenomenología del “lugar”

 

(Norberg –Schulz Christian, “El pensamiento de Louis I. Kahn”,

en Louis I. Kahn, Idea e Imagen, Xarait Ediciones, Madrid, 1981, pp. 21-23)

 

  1. El habitar

Heidegger (1994) en “Construir, Habitar, Pensar”, interroga sobre ¿Qué es el habitar? y, ¿En qué medida el construir pertenece al habitar? Habitar (Wohnen) no es, para Heidegger una actividad entre otras, habitar es para Heidegger, una manera del ser, el construir es ya habitar. Habitar es para el filósofo un carácter esencial del ser del hombre, al hablar del habitar, estamos hablando de la esencia del hombre, es decir, la existencia. Los existenciarios (estructuras de la existencia) según la terminología de Heidegger (1993), en Ser y Tiempo, parágrafos §§ 31 al 34, como lo son de manera equi-originaria, “el comprender”, “el encontrarse” o el “temple de ánimo”, “el habla”, que son tres estructuras que están entendidas como maneras fundamentales de la verdad, eso significa, modos fundamentales de abrir y descubrir la totalidad de lo que es. “El ser humano no existe sin más, existe habitando, y es por ello que el hombre edifica, construye y crea espacios destinados a alojar su actividad”. (Tepedino Nelson, 2002, p. 116)

Pero lo primero es el habitar, y un habitar sobre la tierra, la manera en la cual el hombre vive sobre la tierra es habitándola. De allí que lo que Heidegger pregunta realmente sea ¿qué es el habitar humano? La búsqueda de una respuesta lo conduce inmediatamente a la actividad humana más estrechamente ligada al habitar, que es, sin duda el edificar. Solo que, no puede concebirse la relación entre el edificar y el habitar como una relación de medio a fin: “Porque construir no es solo medio y camino para el habitar, el construir es en sí mismo ya el habitar”. (Heidegger Martín, 1994, p. 128)

Para Heidegger (1994), no se trata de que el hombre edifique para después habitar, sino porque a su ser le corresponde esencialmente el habitar, es que el hombre edifica sus moradas. Según Heidegger (1994): “La palabra del alto alemán antiguo correspondiente a construir, ‘buan’, significa habitar. Esto quiere decir, permanecer, residir. El significado propio del verbo bauen (construir), es decir, habitar, lo hemos perdido” (p. 128). El hombre edifica porque previamente habita, y no habita, porque edifique.

La antigua palabra bauen significa que el hombre es en la medida en que habita. La palabra bauen significa al mismo tiempo abrigar y cuidar (Heidegger Martín, 1994, p. 129).  Heidegger (1994) dirá que el habitar es la manera como los mortales son en la tierra y, que se despliega en un construir o edificar doble (p. 130). Por una parte, en la construcción que levanta edificios, en los cuales se realiza este habitar; y por otra, en el cultivo (construir en el sentido de abrigar y cuidar) y cuidado de la tierra y sus frutos, “que nunca es algo dado naturalmente, sino que necesita realizarse dentro de la forma que le otorga la cultura”. (Tepedino Nelson, 2002, p. 116)

El modo propio del habitar (Wohnen) va ser desentrañado por Heidegger (1994) a partir del Das Geviert (la cuadratura o la cuaternidad), unidad originaria de cuatro momentos fundamentales: la tierra, los mortales, los divinos y el cielo. Los cuales nos remiten al concepto de mundo (pp. 130-133). El correlato del habitar (Wohnen) es con y a partir del mundo, mundo entendido como un colectivo de significaciones constituidas por el cielo, la tierra, los mortales y los divinos.

  1. Poéticamente habita el Hombre

En el ensayo “… Poéticamente habita el hombre… ”, palabras extraídas de un poema tardío de Hölderlin; Heidegger (1994) dirá que el hombre no habita de cualquier manera, sino que el hombre habita poéticamente sobre la tierra. (p. 163), y agrega: “Que los poetas habitan a veces poéticamente es algo que aun podríamos imaginar. Sin embargo, ¿cómo el ‘hombre’, y esto significa: todo hombre, y siempre, puede habitar poéticamente?” (p. 163). Lo poético es, para Heidegger, una de las dimensiones esenciales del hombre.

Cuando Hölderlin habla del habitar, está mirando el rasgo fundamental del estar del hombre. Lo poético lo ve él, desde la relación con este habitar entendido de un modo esencial. Según Heidegger (1994) en “… Poéticamente habita el hombre… ”,:

Esto, ciertamente, no significa que lo poético sea un adorno y un aditamento del habitar. Lo poético del habitar no quiere decir tampoco sólo que lo poético, de alguna u otra forma, ocurra en todo habitar. Las palabras «… Poéticamente habita el hombre… » Dicen más bien esto: el poetizar es lo que antes que nada deja al habitar ser un habitar. Poetizar es propiamente dejar habitar. Ahora bien, ¿por qué medio llegamos a tener un habitáculo? Por medio del edificar. Poetizar, como dejar habitar, es un construir. (p. 165)

En el ensayo sobre el poema de Hölderlin, el habitar poético se despliega a partir del hecho de que ese habitar se realiza siempre “sobre la tierra”, lo cual nos remite a “Construir, Habitar, Pensar”, y al Das Geviert, la “Cuadratura”: unidad de cuatro momentos fundamentales: la tierra, los mortales, los divinos y el cielo. Los cuales nos refieren al concepto de mundo. La verdad del ser, como aletheia, acontece al reunirse los cuatro momentos de la cuadratura en las cosas construidas.

La tierra nos remite a lo que está por encima de ella, el cielo, ambas cosas cosignifican “permanecer ante los divinos” (Heidegger Martín, “Construir, Habitar, Pensar”, 1994, p. 131), ante Dios que se muestra ocultándose en su infinitud abierta, y este por su parte, nos lleva a los mortales, que viven de cara a ese misterio divino. Tierra, Cielo, Dios y Mortales, lo que Heidegger llama la Cuadratura o la Cuaternidad, son coordenadas originarias desde las cuales el hombre crea su vivir.

En “… Poéticamente habita el hombre… ”, Heidegger (1994) se concentra en pensar la esencia del momento poético del hombre, a través de la referencia de la tierra al cielo, del hombre a lo divino. La distancia infinita y abierta entre el cielo y la tierra se corresponde a la experiencia original del hombre de vivir como limitado, enraizado en la tierra, pero proyectado al cielo, a lo infinito y divino. Es por ello que Hölderlin dirá que el hombre, al mirar hacia arriba, se ve compelido a “medirse” con lo divino (Heidegger Martín, “… Poéticamente habita el hombre… ”, 1994, p. 169). El espacio entre el cielo y la tierra, entre Dios y los mortales, es el espacio original que se le concede al hombre para su existir.

  1. Nuestro habitar poético y simbólico

El habitar material, aquel que cobra cuerpo a través de nuestras edificaciones: viviendas, edificios, objetos culturales, cuyo diseño y creación compete al arquitecto, tiene su fundamento en este edificar poético y simbólico: según sea la medida que el hombre tome de sí, según sea el diseño que esboce a partir de su estar-en-el-mundo, de este modo según Tepedino (2002): “… cobrará cuerpo su particular ordenación del espacio, adquirirán formas sus templos, viviendas, lugares de trabajo y recreación. Todo lo que edificamos es un texto a ser leído, que encarna lo que hacemos de nosotros mismos”. (p. 118)

  1. La Teoría de Christian Norberg- Schulz

El teórico de la arquitectura Norberg Schulz (1981), ha expuesto en “Louis I. Kahn, Idea e Imagen”, la necesidad de darle a la arquitectura una base existencial, él ha afirmado en muchos de sus escritos, que hoy eso es posible en gran medida a partir de la filosofía de Martín Heidegger (pp. 9-25). Norberg- Schulz inspirado en Heidegger, desarrolla una sugestiva teoría de la arquitectura desde la afirmación de que el lenguaje de la arquitectura, expresa la estructura existencial de la “espacialidad”, Heidegger considera esta estructura como una propiedad del mundo, y la vincula a todos los modos de “estar-en”. Norberg- Schulz, ha pensado que podríamos llamar “Orientación”, al aspecto espacial del “comprender”, uno de los existenciarios o estructuras de la existencia del hombre según la terminología de Ser y Tiempo.[2] A través de la “Orientación” se llega al “Orden” del ambiente. El “encontrarse” o “temple de ánimo” deviene “Identificación”, es decir, que también está determinado por el “Carácter” del ambiente. El “ser-con” o el “coestar”, consistiría en aquellos “Encuentros” sociales estructurados que determinan las “Instituciones”.

Mientras que, “Orientación”, “Identificación” y “Encuentro”, indican las estructuras del “estar-en” o de la existencia del hombre; “Orden”, “Carácter” e “Institución”, se refieren a estructuras espaciales. Todas juntas según la apreciación de Norberg Schulz (1981), constituyen la base general del lenguaje de la arquitectura o, mejor dicho de la Arquitectura (p. 19).

Esta base abarcaría aspectos tanto individuales como sociales y es, por tanto, “humana” en el pleno sentido de la palabra. En cuanto que “casa” de aquel aspecto del ser, que Heidegger llama “espacialidad”, la arquitectura explicita las estructuras anteriormente señaladas. En su papel de lenguaje, la arquitectura “Habla” o, mejor dicho, “Revela”. Ahora bien, ¿De qué modo la estructura arquitectónica hace posible esta revelación? Según Norberg- Schulz (1981),[3] en la arquitectura se podrían pensar tres componentes estructurales fundamentales: 1) La topología; 2) La morfología; 3) La tipología. (Norberg Schulz, 1981, p. 20)

4.1. La topología

La topología se refiere al orden espacial y en una sola obra arquitectónica se concreta como “organización espacial”. Sus componentes estructurales más importantes son: “centro” y “recorrido”. El centro representa para el hombre, lo que es conocido, en contraste, con lo que de desconocido y, en cierto sentido, amenazador lo circunda.

Es ese punto en que el hombre adquiere una posición como ser en el espacio, ese punto en que se ‘detiene’ y ‘habita’. Las direcciones horizontales, representan el mundo concreto de las acciones humanas, ellas son estructuralmente iguales y forman un plano de extensión infinita. En cambio, la vertical siempre fue considerada como la dimensión sagrada del espacio. Representa un recorrido hacia una realidad que puede ser más “alta” o más “baja” que la existencia cotidiana. Para Norberg Schulz (1981), el modelo más elemental del espacio existencial es, pues, un plano horizontal atravesado por un eje vertical. Este modelo se refiere tanto a la estructura topológica como a la orientación del hombre. Toda orientación tiene lugar dentro de un espacio mundano, dotado de distinciones cualitativas como la diferencia entre “arriba” y “abajo”. En efecto, Heidegger caracteriza el estar-en-el-mundo como el estar “sobre la tierra bajo el cielo” (p. 20).

4.2. La morfología

La morfología se refiere al ‘como’ de las formas arquitectónicas, y en una obra solo se concreta en “articulación formal”. Una organización espacial puede realizarse de varias maneras y, por tanto, su carácter cambia dentro de los límites puestos por los diversos tipos de organización. En general, para Norberg Schulz (1981), el carácter de una forma arquitectónica está determinado por su modo de ser entre tierra y cielo. La morfología se ocupa de la articulación de los confines espaciales como medios de definición de un carácter ambiental. La morfología profundiza la interrogante ¿De qué modo un edificio está, se alza y se abre? La palabra “estar” indica relación con la tierra; “alzar”, la relación con el cielo y, “abrirse” se refiere a la interacción espacial con el ambiente circundante, es decir, a la relación entre el dentro y el fuera. El “estar” queda expresado por el tratamiento de la base y del muro. Tierra y cielo se encuentran en el muro, y este encuentro incorpora el modo de estar del hombre sobre la tierra (p. 21).

4.3. La tipología

La tipología se ocupa de las estructuras fundacionales del “ser-con” o el “coestar”, es decir, del encuentro de los hombres. El encuentro se concreta según Norberg Schulz (1981), en la obra arquitectónica aislada, como un tipo particular de espacio y volumen. Louis I. Kahn fue el primero en descubrir, con su concepto de “Institución” una posibilidad de comprensión tipológica. En efecto, una institución no es nunca un fenómeno individual sino siempre una forma colectiva de participación y comunicación. El lenguaje de la arquitectura traduce las instituciones a tipos de espacios. A diferencia de la topología y de la morfología, la tipología analiza totalidades espaciales “completas”, o “lugares”, la tipología es aquel aspecto más íntimamente vinculado a la fenomenología del “lugar” (p. 21).  Heidegger (1982) dirá en Hebel der Hausfreund (Hebel, El amigo de la casa): “Los edificios acercan la tierra al hombre como paisaje habitado y, al mismo tiempo, colocan la cercanía del morar… bajo la extensión del cielo” (pp. 225-240). Ello significa, que los edificios reconocen la propiedad del paisaje y lo hacen “hablar” por medio del lenguaje de la arquitectura. El “morar junto” que se hace explícito, se coloca “bajo la extensión del cielo”. También el cielo pertenece al paisaje como el elemento más distante pero dotado de propiedades fundamentales. La estructura del cielo, ha desempeñado un papel importante en la historia de la arquitectura, para determinar la orientación, organizar el espacio e integrar las cualidades de la luz.

Los mortales están “sobre la tierra bajo el cielo”, en un “inter” que puede entenderse como una imagen concreta de la estructura de: “mundo”, “ente” y “medio reuniente”. El término heideggeriano de “paisaje habitado”, indica la espacialidad del “medio reuniente”. Un paisaje habitado comprende tanto entes naturales o entes de la physis, como entes que son obra del hombre. Para hacerlo aun más claro, Norberg Schulz (1981) propone sustituir el término “paisaje habitado”, por la palabra “lugar” (p. 23), y la estructura de un lugar, la dimensión donde tiene lugar la vida, es el genius loci. Un lugar es un “medio reuniente” dotado de presencia concreta. Se comprende así claramente la afirmación de Heidegger (1994) en “Construir, Habitar, Pensar”: “…los espacios reciben su esencia desde lugares y no desde «el» espacio” (p. 136).

  1. Louis Kahn y el concepto de Institución

Louis Kahn define las Instituciones del Hombre como “mundos dentro de otro mundo”, es decir, “lugares de concentración donde se intensifica el espíritu del hombre” (Norberg Schulz Christian, 1981, pp. 9-25).

Para Kahn: «…podríamos decir que las aspiraciones del hombre —sus «inspiraciones» y «deseos» originarios: aprender, vivir, trabajar, encontrar, expresar, interrogar—representan fulcros de la estructura existencial y que las «instituciones», como sus «casas» —en tanto que respuesta a aquéllas, se hacen luego tipos edificatorios (tipologías): encuentro-calle, aprender-escuela, etcétera—, son los centros en torno a los cuales se organiza el espacio existencial». Así, «la arquitectura crea la sensación de un mundo dentro del mundo, y esa sensación la da la estancia» (Norberg Schulz Christian, 1981, p. 13), es decir, la creación de lugares: «una ciudad —dijo Kahn— es un lugar donde un niño pequeño, cuando camina a través de ella, puede ver algo que le dirá qué desea hacer durante toda su vida» (Scully, Vicent, 1962, p. 12).

Para Heidegger (1994) en “Construir, Habitar, Pensar”, el punto de partida para la creación del espacio y los espacios humanos es, precisamente, el acto fundacional de construir edificaciones que generen lugares, y solo a partir de la concreción material de esos lugares edificados surgen espacios reales, mensurables: “…los espacios reciben su esencia desde lugares y no desde «el» espacio” (p. 136). Antes del hombre no hay espacio, ni espacios: estos se manifiestan con el acto creador del edificar humano, que genera así direcciones y puntos de referencia que hacen posible a todo arquitecto el crear espacios nuevos, simbólicos y plenos de significados.

  1. Espacio y lugar

Los conceptos de espacio y de lugar, pueden diferenciarse claramente. De acuerdo a lo señalado por Josep María Montaner  (1997): El primero tiene una condición ideal, teórica, genérica e indefinida, y el segundo posee un carácter concreto, empírico, existencial, articulado y definido hasta los detalles. El espacio moderno se basa en medidas, posiciones y relaciones. Es cuantitativo; se despliega mediante geometrías tridimensionales, es abstracto, lógico, científico y matemático; es una construcción mental. La idea de lugar se diferencia de la de espacio por la presencia de la experiencia. El lugar viene definido por sustantivos, por las cualidades de las cosas y los elementos, por los valores simbólicos e históricos; es ambiental y está relacionado con el cuerpo humano, con el proceso fenomenológico de la percepción y la experiencia del mundo por parte del cuerpo humano (p. 32-38). En este sentido las ideas de Edmund Husserl y Maurice Merleau-Ponty constituyen referencias básicas del lugar entendido como experiencia corporal. (p. 38) Maurice Merleau-Ponty (2000), al tratar de la experiencia corporal del hombre y del espacio existencial señala que “la estructura punto-horizonte es el fundamento del espacio” y que “la conciencia del lugar es siempre una conciencia posicional”.

La recuperación de la idea de lugar también ha constituido una crítica a la manera cómo se ha realizado la ciudad contemporánea, y la revalorización de la idea de lugar estaría estrechamente relacionada con el inicio de la recuperación de la historia y la memoria, unos valores que el espacio del estilo internacional rechazaba… (Josep María Montaner, 1997, pp. 36-37)

En las últimas décadas, la idea de lugar ha tenido un peso específico muy variable y se ha interpretado de distintas maneras. En la pequeña escala se entiende como una cualidad del espacio interior que se materializa en la forma, la textura, el color, la luz natural, los objetos y los valores simbólicos. Una cualidad que se manifiesta en los interiores de obras como las de Louis I. Kahn. En la gran escala se interpreta como genius loci,[4] como capacidad para hacer aflorar las preexistencias ambientales, como objetos reunidos en el lugar, como articulación de las diversas piezas urbanas —plaza, calle, avenida—; es decir, como paisaje habitado. Una ulterior y más profunda relación entendería el concepto de lugar, precisamente, como la adecuada relación entre la pequeña escala del espacio interior y la gran escala de la implantación (Josep María Montaner, 1997, p. 38).

  1. Arquitectura vernácula y la fenomenología del lugar

Al decir de Josep María Montaner  (1997): En las obras de algunos destacados arquitectos renace el interés por la arquitectura vernácula junto a esta sensibilidad por el lugar (p. 39). Así podemos apreciar que el arquitecto Luis Barragán (1902-1988) desarrolló una búsqueda del espacio placentero que recordaba de su infancia en las haciendas de Guadalajara, México. En su obra existe una evidente influencia mediterránea, de raíz árabe, aprendida especialmente de la arquitectura de Marruecos (p. 39).

Fernando Távora (1923-2005) desarrolló en su obra el saber constructivo de la arquitectura tradicional portuguesa, planteando una arquitectura moderna sabiamente adaptada al paisaje y exultantemente cualificada por objetos artesanales. Prueba de ello son el parque municipal de Quinta da Conceiçao (Matosinhos, 1957) o la casa de veraneo en Ofir (1957-1958). Esta nueva sensibilidad es el resultado del estudio sobre la Arquitectura popular en Portugal, que se publica en tres volúmenes en 1961, y en el que Távora interviene con un espíritu racionalista y contemporáneo que quiere aprehender la funcionalidad, la belleza y el saber técnico de la arquitectura popular, lejos de cualquier nostalgia, anacronismo o populismo. (Josep María Montaner, 1997, p. 40)

Y ello tiene continuidad en la límpida obra de Álvaro Siza, tanto en sus realizaciones tempranas —el restaurante Boa Nova (1958-1964) y las piscinas (1961-1966), ambos en Leça de Palmeira— como en obras recientes tales como la nueva Facultad de Arquitectura en Oporto (1987-1994).

Los jardines y parques del brasileño Roberto Burle Marx (1909-1994) constituyen la más genuina aplicación de los principios del movimiento moderno en el proyecto del paisaje y, al mismo tiempo, suponen ya su crítica y superación. En sus diseños se concilian tradiciones opuestas: la abstracción geométrica de las vanguardias con las formas orgánicas, el rigor racionalista del proyecto con los valores cromáticos y plásticos de la vegetación americana, el lenguaje internacional recreado en ambientes tropicales, unos jardines modernos realizados recuperando plantas tropicales olvidadas (Josep María Montaner, 1997, p. 41). Al decir de Isabel Alguacil (2010): “Además de romper con la tradición romántica europea del siglo XIX en el diseño de jardines en Brasil, Burle Marx fue capaz de crear y consolidar un lenguaje visual basado en impactantes formas de gran expresividad y en el radiante uso de las plantas nativas…”. Su obra proporcionó identidad al paisajismo brasileño a nivel internacional.

El exotismo y brillante uso del color, que ha hecho famosos sus jardines, ha encubierto la avanzada organización en planta de sus realizaciones, basada en la abstracción de las formas orgánicas, a partir de un profundo conocimiento y respeto del paisaje natural, ordenaciones que se componen cromáticamente mediante la estudiada utilización de la vegetación autóctona brasileña y, según los principios espaciales del Movimiento Moderno, sin dejar nunca de lado la organización funcional de sus jardines, que integraba con su extraordinaria capacidad plástica.

Burle Marx empleaba en el trazado de sus jardines diversos recursos gráficos. Analizó a Miró, Calder, Leger, entre otros. Y, sobre todo, a Jean Arp, cuyo biomorfismo está vinculado a la representación de lo “orgánico”. Sus formas orgánicas, primarias y originarias son concebidas como principios de formación de la realidad, o núcleos generadores de cualquier posible forma de vida. Las referencias a Jean Arp están presentes en las composiciones de los pavimentos, de la vegetación y de las láminas acuáticas, donde Burle Marx utilizaba un lenguaje plástico de gran riqueza formal, que convertía sus jardines y parques en obras de la vanguardia del momento. Su extrema abstracción se combinó con el profundo análisis del lugar, de tal forma que, gracias a su cuidada adaptación a la topografía y a la elaboración formal de los elementos del entorno, se producía una excelente integración entre las formas y el paisaje natural.

En todos estos casos se produce una resonancia respecto a las concepciones de Martin Heidegger, al pasar de una arquitectura basada en la idea de espacio a una basada en la idea de lugar. Según el texto crucial de Heidegger (1994) “Construir habitar pensar”, “…los espacios reciben su esencia desde lugares y no desde «el» espacio (…) los espacios donde se desarrolla la vida han de ser lugares” (p. 136). Y sin duda el pensamiento de Heidegger, junto con las aportaciones de Husserl y Merleau-Ponty, ha sido el más certero catalizador de toda reflexión contemporánea sobre el concepto de lugar (Josep María Montaner, 1997, pp. 41-42).

REFERENCIAS BIBLIOHEMEROGRÁFICAS

HEIDEGGER, Martín (1993) El Ser y el Tiempo. Traducción de José Gaos, Fondo de Cultura Económica, México.

HEIDEGGER, Martín (1994) “Construir, Habitar y Pensar”, en Heidegger Martín, Conferencias y Artículos, Traducción de Eustaquio Barjau, Ediciones del Serbal, Barcelona.

HEIDEGGER, Martín (1994) “… Poéticamente habita el hombre… ”, en Heidegger Martín, Conferencias y Artículos, Traducción Eustaquio Barjau, Ediciones del Serbal, Barcelona.

HEIDEGGER, Martín (1957) Hebel der Hausfreund, Pfullingen.

HEIDEGGER, Martín (1982)  Hebel, El amigo de la casa, Traducción de Beate Jaecker y Gerda Schattenberg, Revista Eco, Tomo XLI, Número 249, Bogotá, Colombia, 1982, pp. 225-240. En Heidegger en Castellano [Página Web en línea] Disponible: http://www.heideggeriana.com.ar/textos/hebel.htm [Consulta: 2014, Marzo 25]

MERLEAU-PONTY, Maurice (2000) Fenomenología de la percepción, Península, Barcelona, 2000, 5ta Edición.

MONTANER, Josep María (1997) La modernidad superada: ensayos sobre arquitectura contemporánea. Editorial Gustavo Gili, Barcelona, España.

MUNTAÑOLA, Joseph (1984) La Arquitectura como Lugar, Editorial Gustavo Gilli, Barcelona.

NORBERG –SCHULZ, Christian (1981) “El pensamiento de Louis I. Kahn”, en Louis I. Kahn, Idea e Imagen, Xarait Ediciones, Madrid.

NORBERG SCHULZ, Christian (1975) Existencia, Espacio y Arquitectura, Traducción Adrian Margarit, Editorial Blume, Barcelona.

SCULLY , Vicent (1962) Louis I. Kahn, Editorial Hermes, México.

ALGUACIL, Isabel (2010) “Especial Roberto Burle Marx”, Revista Arquitectura [Revista en línea]. Disponible: http://es.paperblog.com/especial-roberto-burle-marx-129605/ [Consulta: 2014, Noviembre 6]

TEPEDINO, Nelson (2002) “El Habitar Poético: Heidegger y la Espiritualidad de la Arquitectura”, en Centro de Investigaciones Estéticas, Estética: Revista de Arte y Estética Contemporánea, Nº 06, Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela. En saber.ula.ve. Estética. Revista de Arte y Estética Contemporánea [Página Web en línea]

Disponible: http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/20364/2/nelson_tepedino.pdf [Consulta: 2014, Marzo 25]

[1] Agradezco de manera especial al Proyecto Prometeo de la  Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación de la  República del Ecuador por su patrocinio en este trabajo.

[2] Los existenciarios son equi-originaria, “el comprender”, “el encontrarse” o el “temple de ánimo”, “el habla”, son tres estructuras que están entendidas como maneras fundamentales de la verdad, eso significa, modos fundamentales de abrir y descubrir la totalidad de lo que es.

[3] Un desarrollo más detallado de los fundamentos de esta teoría, es expuesto por Christian Norberg Schulz en su obra Existencia, Espacio y Arquitectura (Existe edición en español, Norberg Schulz, Christian, Existencia, Espacio y Arquitectura, Traducción Adrian Margarit, Editorial Blume, Barcelona, 1975)

[4] La idea de genius loci se basa en la antigua creencia romana de que todo ser independiente tiene su genius o espíritu guardián. Los dioses familiares que habitaban la casa romana eran los lares (espíritus guardianes de la casa), los genius (divinidades tutelares del cabeza de familia) y los penates (divinidades protectoras de la comida).